AYER EN ÚBEDA

Hoy me encuentro en mi Úbeda terminando unos compromisos. Hoy son da pintura, color… manejar el color es uno de los mejores placeres.

Como me gusta estar al día en todo, cuando estoy en Úbeda tengo que recorrer mis callejas de cal y piedra y buena forja, llorar a los amigos que se fueron.abrazar a todos, a los del centro y a los alfareros de le calle Valencia, para mi todos son del mismo barro, del que guarda la Virgencita pequeña en el Gavellar; es... rosa ocre, como la carne. Luego se encargan los hornos de purificarlo si las manos que lo modelaron fueron pecadoras.

Recuerdo cuando modelaba en Santo Domingo -"iglesia abandonada"- mi gran relieve para la fachada de los Padres Jesuitas. El barro se amontonaba en la puerta reseca como una boca de nicho abandonado. Los borriquillos morunos descargaban su blanda carne de aquel barro rojo vivo que mas tarde iba a convertirse en niños, pastores y en un gran Jesús Salvador abrazando en el aire húmedo y olvidado de aquella nave abandonada, la esperanza que en un día se iba a convertir en piedra.

Los chiquillos del barrio de Santo Domingo pellizcaban el barro y mojaban sus manitas... convirtiendo de nuevo Santo Domingo en una gran pila bautismal. Todo el barrio mojó allí sus manos,... empezó a sentirse viva la Iglesia otra vez..., su artesonado recibía el calor de los de abajo. Entraban tallistas, canteros, cobradores, maderas, arquitectos, alcaldes, al Señor Obispo con sus Teresianas a ver su Virgen de Despeñaperros. Un ingeniero maravilloso de pelo blanco, iba trazando la carretera para llevarla hasta su lugar. Santo Domingo fue calentando su cal interior hasta convertirse en horno o crisol, su artesonado fue como un árbol del Viejo Testamento convertido en un otoño dorado que ofreció su flora pare inspirar retablos y altares; de Santo Domingo salieron para todo el Santo Reino, imágenes y fe, si FE, porque todo fue tallado con mucho amor, se creó toda une dinastía de canteros, tallistas, escultores y pintores. Ellos continúan ahora en otras iglesias abandonadas o palacios hundidos.

Hoy paso mi mano cansada del cincel, por aquellas piedras de mi Santo Domingo, y suspiro recordando..., enseguida uno de aquellos chiquillos que jugaban con el barro de ayer, me pregunta ¿cuando va usted a modelar en nuestra Iglesia para que el barro este alegre?.

Ya lo estare hijo mío, pronto sus campanas os llamaran, y entre el humo del incienso vereis el polvo de la piedra cuando tallábamos a nuestro San Juan de la Cruz, aquel que se fue a cantar maitines al cielo en esta Úbeda de siempre.

FRANCISCO PALMA BURGOS
Úbeda y agosto 1966

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